Aquí ando
diciéndome que
no existes,
sintiendo sin ser,
pensado que
el mundo
no es sin ti,
susurrando al tiempo,
soñando minutos…
De este yermo valle
qué nos queda, sino la huella renegrida
del paso que discorde se hace soslayo
entre nubes premonitorias.
No habrá de nuevo días
en los que el sol
- renegando de sí -
vomite su esplendor a bocanadas
inundando el instante,
acaso se nos quiebren las lunas de este universo,
o simplemente mueran de oscuridad.
Quizá se extinga nuestra galaxia
atraída por nuevos horizontes gravitatorios,
otras bocas, ahora sedientas,
y nunca más las lágrimas ausentes
tiriten de frío al recordar nuestros nombres.